La última encuesta del CIS ha vuelto a provocar comentarios
ya habituales en los últimos meses de lectores y líderes políticos en las webs
informativas: “La cocina nos ha perjudicado”, “al PP le doblan la intención directa de voto en las encuestas y a Podemos apenas le suben algún punto”. Y cada cual levanta el dedo acusador según le
va en la prospección.
Conviene aclarar algunas cosas
para los iniciados:
La “cocina” es necesaria para
hacer aflorar variables estadísticas que matizan la intención directa de voto,
tales como el voto oculto –el que no se quiere explicitar por razones de
coyuntura política-, el recuerdo de voto –los partidos cuya papeleta ha sido
“olvidada” están en proceso descendente, aquellos beneficiados por un recuerdo
de voto superior al realmente obtenido están al alza-, autoubicación ideológica
y ubicación del partido de sus simpatías –no siempre coincidente-…
Un partido que esté en la crestade la ola, cuyos votantes proclaman a los cuatro vientos su simpatía, como lo
ha estado Podemos desde hace un año, carece de voto oculto y es absurdo pedir
los elementos correctores que se aplican a otros partidos ya consolidados y con
sensibles desgastes por el ejercicio del poder o de la oposición.
Elementos correctores –“cocina”- que
curiosamente sí se le han aplicado erróneamente hasta que hemos entrado en
precampaña electoral, como ya advertí en un artículo publicado en ElConfidencial hace ahora justamente un año. Entonces se situaba a Podemos incluso como primera fuerza con
una intención directa de voto de un 13-14% que alegre y sorprendentemente
los demóscopos cocinaban hasta el 28%. Sencillamente ridículo.
En las
últimas semanas los medios hablan de caída de Podemos y le otorgan porcentaje
similares a su intención directa de voto –ese 13-14%- que siempre han tenido y
que siguen más o menos manteniendo con una ligera tendencia a la baja. Digamos que las
empresas demoscópicas han corregido errores pasados todavía no explicados. Y,
claro a los seguidores de Iglesias les falta tiempo para denunciar
manipulaciones y manos ocultas porque han notado que la cocina no es igual para
todos. Ni lo es, ni puede serlo.
En cualquier caso
a nadie escapa que la publicación de encuestas se ha convertido en una
peligrosa arma electoral. La mayor parte de los medios no publican la ficha
técnica, y los partidos realizan sus propias encuestas sin referencia alguna de
muestra o margen de error porque los medios se hacen eco de ellas sin cautela
alguna. De todos es conocido, además, de qué manera se puede inducir una
respuesta; también desconocemos las preguntas. Es decir, encuestas con resultados interesados para inducir el voto.
Anotemos finalmente
que hasta ahora los encuestadores están preguntado sobre partidos políticos y
no sobre coaliciones, cuyo plazo para su formalización finaliza estos días.
Atentos, pues, a la pantalla porque de lo dicho hasta ahora, nada de nada. O con interrogantes. Todo
puede cambiar en mayor o menor medida ya que, además, el número de indecisos supera
ampliamente el 20%.
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